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Analía E. Piquard

La Deidad: ¿Uno o Tres? - Parte 1


Deidad: ¿uno o tres?

Nos han enviado 4 preguntas, que algunos pastores :( no pudieron contestar. Con plena humildad y con mucha oración, hemos investigado y buscado las respuestas a los siguientes interrogantes y estas son nuestras conclusiones en base a la Biblia. Luego incluimos otras cuestiones que fueron surgiendo y que suman al Tema Central. Que sea para bendición de todos.

Lo hemos dividido en 4 partes:

PARTE 1: Pregunta 1 y Pregunta 2: ±24 págs.

PARTE 2: Pregunta 3 y Pregunta 4: ±27 págs.

PARTE 3: Anexos I al VIII: ±16 págs.

PARTE 4: Anexos IX al X más Conclusión y Plus: ±19 págs.

Contenido General:

Parte 1: «P1 - De acuerdo a Juan 14:6 Jesús dice que es el camino, la verdad y la vida y que nadie viene al Padre sino es por Él. ¿Por qué Él dice “nadie viene”, en vez de decir “nadie va”?» y «P2 - De acuerdo a las Escrituras hay un solo trono; mi pregunta es: ¿Quién se sienta? ¿El Padre, el Hijo o el Espíritu Santo?».

Parte 2: «P3 - En Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: ‘Hagamos’”. ¿“Dijo Dios” o “dijeron: hagamos”?» y «P4 - De acuerdo a 1 Timoteo 3:16 que dice: “Dios se manifestó en carne”. ¿Dios Padre se hizo carne? ¿Dios Hijo se hizo carne? Si fuera la segunda, ¿el Hijo se entrega?».

Parte 3: I. Unidos como Uno, II. Funciones Particulares, III. Un Malentendido que Arruina Todo, IV. La Eternidad Inherente de Cristo, V. Los Dos Señores de David, VI. El Hijo del Hombre ante el Juez, VII. Tres Ejemplos del Trío Celestial en el N.T. y VIII. La Tri-Unidad en el A.T. (Algunos Ejemplos).

Parte 4: IX. Deut. 6:4 = Dios Es Uno en Sentido de Unidad y X. Tres Personas Unidas en Juan 17. Más la Conclusión General y un Mini Plus.

¡Comencemos!

PARTE 1

Respuestas a las Preguntas Enviadas

Responderemos: «P1 - De acuerdo a Juan 14:6 Jesús dice que es el camino, la verdad y la vida y que nadie viene al Padre sino es por Él. ¿Por qué Él dice “nadie viene”, en vez de decir “nadie va”?» y «P2 - De acuerdo a las Escrituras hay un solo trono; mi pregunta es: ¿Quién se sienta? ¿El Padre, el Hijo o el Espíritu Santo?».

P1 - De acuerdo a Juan 14:6 Jesús dice que es el camino, la verdad y la vida y que nadie viene al Padre sino es por Él. ¿Por qué Él dice “nadie viene”, en vez de decir “nadie va”?

R1 - Interesante pregunta… Este es un asunto de simple traducción. Pero igualmente es muy importante aclararlo. Veamos:

“Jesús le dijo: ‘Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí’.” (Jn. 14:6[i])

Érjomai ir según Strong

La palabra traducida como “viene” es la palabra griega érjomai (que en el Diccionario Strong[ii] se encuentra bajo el código G2064). Esta palabra se puede traducir tanto “ir” como “venir”, entre otras acepciones; y es el traductor el que elige cuál poner. Muchas otras versiones lo traducen correctamente, por ejemplo:

“Nadie va al Padre sino por Mí.” (Jer 2001)

“Sin Mí, nadie puede llegar a Dios el Padre.” (BLS)

“Solamente por Mí se llega al Padre.” (PDT)

“Nadie llega al Padre sino por Mí.” (NVI 1999)

“nadie va al Padre si no es por Mí.” (BNP)

“Solamente por Mí se puede llegar al Padre.” (DHH)

“nadie puede ir al Padre si no es por medio de Mí.” (NTV)

“Nadie va al Padre sino por Mí.” (NBJ)

“Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre.” (TLA)


Jn. 14:4-6 omitido en Nacar Colunga

Y fijémonos si será importante este versículo que, en la versión Nacar Colunga, lo han omitido (imagen tomada de la versión para el programa e-Sword[iii]) [ver foto]. ¡Quitaron los versículos del 4 al 6! Terrible. En las versiones impresas, directamente salta la numeración del 3 al 7. Cosas así ocurren en varias versiones: como en la RV2000 y la NVI.


Pero como vemos, esa palabra significa ir: “Nadie va al Padre sino por Mí”, dice Jesús.


Por eso la Biblia agrega:

“a Dios el Juez de todos, […] a Jesús el Mediador del nuevo pacto” (Heb. 12:23up[iv]-24pp[v])

Jesús media por medio de su sangre derramada entre las dos partes: el pecador arrepentido y el Justo y Santo Juez que es el Padre. Y Juan aclara:

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1Jn. 2:1-2)

Es decir que gracias al sacrificio de Jesús, Él hace propiciación o expiación de nuestra iniquidad ante Aquel que juzga, Dios el Padre, como claramente dicen las Escrituras, presentando aquí dos Personas, cada una con su función particular en el Plan Redentor. Claramente especifica la situación: “abogado tenemos para con el Padre”. Esa especificación “para con el Padre” no está porque sí: sino que está para aclarar entre quienes intercede Jesucristo: entre nosotros que pecamos y el Padre. Si no fuera por el Hijo no podría ir al Padre. El apóstol también dice:

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1Jn. 4:9-10)

Juan es muy claro: es el Padre quien envía a su Hijo para rescatar a la humanidad. Si fueran la misma persona hubiera sido escrito de otra manera como cuando la Biblia explica que fue un sacrificio voluntario, sin obligación. Sin embargo habla de la acción de un tercero sobre alguien.

FORMAS DE EXPRESIÓN. Comparemos entre las formas de expresión de la acción de un tercero sobre otro y de la acción de uno sobre sí mismo. Teniendo en cuenta los textos anteriores, veamos algunos ejemplos de cómo la Biblia habla sobre Jesús dándose por el mundo:


“de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Gál. 1:3up-4)


Notemos que se usa “a Sí mismo”. El DPD[vi] explica: “’Sí’ es también la forma tónica reflexiva de tercera persona, tanto del singular como del plural.” “Por ser un pronombre personal tónico exclusivamente reflexivo, ‘sí’ solo debe emplearse cuando el complemento posee sentido reflexivo, esto es, cuando el referente del pronombre es el mismo que el del sujeto de la oración en que aparece”[1]. Como Jesús no está entregando a otro individuo, sino que se está entregando a Él, se escribe: “el cual [Jesucristo] se dio a Sí mismo”. Jesús se consagró, se dedicó como el pago de nuestro rescate; su sacrificio fue voluntario. Jesucristo nunca se escapó –pudiéndolo hacer fácilmente (pues, como Ser Divino, tenía todo el poder si quería para destruir a todos o simplemente para elevarse al Cielo y abandonar a la humanidad caída); sin embargo, nos amó tanto que murió en nuestro lugar–, nunca desapareció, nunca nos abandonó aún durante el mayor sufrimiento; hasta el final se ofreció y se humilló hasta la muerte. Él. Él se entregó mansamente; no fue obligado.

Aún así, el plan de redención también lo ideó Dios el Padre. No le fue fácil entregar a su Hijo. Así como Abraham luchó consigo para entregar a Isaac, Isaac también se entregó en sacrificio (pues él, siendo más joven, podría haberse escapado fácilmente, pero no lo hizo). Esta historia tipológica nos ayuda a entender un poco lo que vivió y sufrió la Deidad.

Entendamos esto: el Padre entrega al Hijo porque primero el Hijo se entregó a Sí mismo. Cristo sabía cómo expiar a su creación rebelde y se ofreció para redimirla; entonces el Padre lo entrega en sacrificio. El Padre jamás lo hubiera obligado a morir. Si el Hijo no hubiera estado de acuerdo, nunca lo hubiera enviado.


“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” (Ef. 5:2)


Jesucristo nos amó tanto que murió en nuestro lugar. Pero el olor grato de su ofrenda y sacrificio ¿fue para Sí mismo? No; fue para el Padre que, como Juez, solo puede redimir al arrepentido aceptando como pago ante su ira por la rebelión y el pecado, la copa que tomó Cristo en la cruz. Otra vez, se usa el pronombre personal reflexivo más el adjetivo: “se entregó a Sí mismo”.


“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella” (Ef. 5:25)


El antecedente en la oración es “Cristo”. Él es el que se ofrece y muere por nosotros. Por eso Pablo escribe, hablando de Él, que “se entregó a Sí mismo” por la iglesia usando el “Sí mismo”.

Como analogía, el matrimonio muestra la unidad íntima y profunda que existe entre las Tres Personas de la Divinidad y también entre Dios y su Iglesia. Hablando de Cristo, Pablo compara la relación de amor y entrega hasta la muerte por parte de Cristo para con su iglesia con el amor que debe tener el esposo para con su esposa.


“sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil. 2:7-8)


Cristo, el Cordero

Muchísimo más detallado que antes: Jesús se despojó de su divinidad y se humilló por su decisión. Dos veces usa el apóstol la misma construcción “reflexivo+adjetivo” pues es Jesús el que se despoja y se humilla; fue por decisión propia.

Y no solo murió: primero se despojó de su gloria y se humilló a tomar una naturaleza caída (porque fue como nosotros “en todo” dice la Escritura). Y no solo eso, sufrió la agonía más terrible, resistió la tortura más cruel y padeció el “sistema de muerte” más horrible, doloroso y humillante.


“el cual se dio a Sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1Tim. 2:6)


Otra vez, Pablo hace referencia a que Cristo se dio voluntariamente; por eso dice “a Sí mismo”. Esto enfatiza el hecho del sacrificio no forzado del Cordero de Dios.


“aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, Quien se dio a Sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” (Tit. 2:13-14)


Dejando en claro que Jesús también es Dios, que también pertenece a la Deidad, porque dice que es “nuestro Gran Dios”, vuelve a hacer referencia a que su entrega fue voluntaria: “Quien se dio a Sí mismo”.

Aunque reconciliaba a la humanidad con el Padre, esto también lo hizo por su propio amor para con su creación. Él decide también redimirnos; porque nos habíamos rebelado en su contra y quería reconciliarnos con Él. Por eso, para darnos esa oportunidad es que se sacrifica. Más aún, habla de “purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” usando obviamente el reflexivo, pues es para Él.


“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a Sí mismo.” (Heb. 7:26-27)


Los sacerdotes, tipológicamente, sacrificaban animales para simbolizar al Mesías. Pero Cristo no tuvo sustitutos; Cristo no ofreció a otro para sacrificarse; solo el Creador material podía tomar nuestro lugar. No podía enviar a un humano (por santo que fuera), o a un ángel, o al Espíritu o al Padre; debía ser Aquel que creó todas las cosas. A diferencia de los sumo sacerdotes humanos, que eran una prefigura del Verdadero (quienes sacrificaban a una víctima que no eran ellos), Cristo Jesús puede oficiar como Sumo Sacerdote porque se ofreció “a Sí mismo”. Él mismo fue la víctima ofrecida y, con su propia sangre, oficia en el Templo que está en los Cielos. Cristo es sacerdote y sacrificio.

El sumo sacerdote humano ¿ante Quién se presentaba? Se presentaba en el Lugar Santísimo (una vez al año) ante la Shekinah, que es la presencia de Dios.

Presentando a Cristo como nuestro Verdadero Sumo Sacerdote, Pablo explica que su sacrificio no solo fue voluntario sino que también fue único: hecho sola una vez y para siempre. Y se presenta como vimos “ante el Juez”.


“¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu Eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb. 9:14)


Jesús “se ofreció a Sí mismo”. En Hebreos 9 también aparece la Tercera Persona de la Divinidad, el Consolador, con la función de ayudar a Jesús, mientras fue hombre, a permanecer justo para poder morir por nosotros.

Pero además Pablo explica que Cristo se ofreció “sin mancha” ante Dios el Padre. Cada uno con su función, actuando en favor de la humanidad. En este versículo se mencionan a las Tres Personas de la Deidad que, juntos, son Dios. No “dioses”; un solo Dios formado por la Unidad de Tres Seres Divinos y Eternos. Y cada Uno con una acción especial.


Como hemos visto, las formas de expresar los conceptos son completamente diferentes. Mientras que en la acción de un tercero hacia o sobre otro no existen los reflexivos sino que se usan los objetos directos e indirectos “Dios lo envió”, “el Padre dio a su Hijo”, en las oraciones en las se refiere a la acción de uno sobre sí mismo los escritores bíblicos usan el pronombre personal reflexivo más el adjetivo, es decir “sí mismo”.

Agrega el DPD: “Solo la tercera persona posee una forma tónica específicamente reflexiva, el pronombre ‘sí’, invariable en género y número” y “junto a las formas pronominales con sentido reflexivo aparece frecuentemente el adjetivo ‘mismo’, como refuerzo, a veces opcional, a veces obligatorio.”[2] Esa palabra enfatiza la acción en la persona del sujeto en cuestión. Jesús se entregó a Él, no a otro. A diferencia del Padre y del Espíritu, que sí entregan a Otro (más allá de que el sufrimiento haya sido terrible por parte de la Deidad Toda… Solamente estamos viendo las formas de construir las oraciones según sea el caso).

Cristo intercede ante el Padre

Los ejemplos muestran que cuando se habla de personas diferentes se las menciona claramente y cuando se habla de una sola persona con respecto a sí misma también se lo detalla.


Y aún más, Pablo explicita:

Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a Quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Gál. 1:3-5)

Claramente en Gálatas 1 el apóstol juntó los dos tipos de expresiones:

  • Jesús se dio a Sí mismo en sacrificio voluntario: “Gracia y paz […] de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo”; y

  • el Padre envió a Cristo para redimir al mundo por medio de su Hijo, fue su Voluntad; dice: “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre […] conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”.

Pablo juntó ambos conceptos distintos para desterrar toda duda: el Padre envió a su Hijo Quien a su vez se dio voluntariamente.


Esta INTERCESIÓN del HIJO entre el PADRE y NOSOTROS es la que explica el porqué “Sin" Jesús "nadie puede llegar a Dios el Padre”.


Conclusiones R1:

  1. Salvedad: supongamos por un momento que no fuera un error de traducción. Tampoco estaría tan mal. Dado que la Biblia dice que Cristo está a la diestra del Padre, significa que si alguien se acerca al Padre, por cercanía también se está acercando al Hijo. Desde este punto, “viene” no sería tan inexacto: el que va al Padre, también va al Hijo; o sea viene a donde están Ambos.

  2. Traducción Inexacta: es un error de interpretación al traducir. Hemos comprobado muchas versiones de la Biblia que respetan el significado conceptual de la palabra griega érjomai según su contexto.

  3. Sin Reflexivos: Juan 14:6 –junto con Heb. 12:23up-24pp; 1Jn. 2:1-2 y 1Jn. 4:9-10 entre otros– es un versículo en donde no se usan reflexivos sino que se habla de la acción de Uno hacia Otro, un tercero. Este pasaje enseña que ninguno de nosotros tiene acceso a Dios Padre, el Juez de todos, sino solamente a través del Hijo quien dio la vida por nosotros y que por eso es nuestro Intercesor. Dicho en otras breves palabras, dice Jesús: “Sin Mí [el ‘Uno’], nadie puede llegar a Dios el Padre [el ‘Otro’]”; dos Individuos.

  4. Jesucristo es el Camino al Padre: solo podemos acceder al Trono de la Gracia en el Nombre de Jesús porque “nadie va al Padre, sino por Mí”, dice el Mediador. El camino es Cristo.

P2 - De acuerdo a las Escrituras hay un solo trono; mi pregunta es: ¿Quién se sienta? ¿El Padre, el Hijo o el Espíritu Santo?

R2 - Para responder a esta pregunta leamos muchos de los versículos que hablan sobre el tema “trono de Dios”.

Una de las Reglas de Interpretación Bíblica: para llegar a una conclusión, es necesario ver todo lo que la Biblia dice sobre un mismo tema.


La palabra trono en griego es, según el Dicc. Strong, “G2362 dsrónos de dsráo (sentarse); asiento (destacado) («trono»); por implicación poder o (concretamente) potentado:- trono”. Busquemos dónde aparece esta palabra griega:


“Pero Yo os digo: ‘No juréis en ninguna manera; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios’” (Mt. 5:34)

La palabra “es” en “porque es” es estí [G2076] “tercera persona singular pres, ind, de G1510; él (ella, o ello) es; también (con neutro plural) ellos son:- obtener, significar, tener, consistir, existir”.

Así que puede traducirse como “es”, “existe”, “tiene”, “consiste”… Esto significa que el Trono del Dios Todopoderoso está en el Cielo. Dios tiene un Lugar desde donde gobierna el Universo.

Tenemos más datos: según Pablo, el Trono como “morada de Dios” se encuentra en el “Tercer Cielo”. O el Tercer Cielo es el Trono de Dios, la Casa de Gobierno. ¿Un palacio? Nosotros poco hablamos de él… pero en las Santas Escrituras está:


“Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el Tercer Cielo.” (2Cor. 12:2) “No sé si fue llevado vivo, o si se trató de una visión espiritual. Sólo Dios lo sabe. Lo que sé es que ese hombre fue llevado al Paraíso, y que allí escuchó cosas tan secretas que a ninguna persona le está permitido decirlas.” (2Cor 12:2up-4 BLS)


EL GRAN TRONO DE DIOS. La Casa de Gobierno de la Deidad se encuentra en los Cielos, un lugar específico en el Universo. Sin dudas, un paraíso… el Paraíso donde también se encuentran los ángeles que sirven a Dios.

♦“Paraíso”: G3857 parádeisos de origen oriental; parque, i.e. (específicamente) Edén (lugar de felicidad, «paraíso»):- paraíso.

♦ “Tercer Cielo”: TERCER G5154 trítos ordinal de G5140; tercero; neutro (como sustantivo) una tercera parte, o (como adverbio) a la (o la) tercera vez, en tercer lugar:- tercer, tercero. CIELO G3772 ouranós tal vez de lo mismo que G3735 (mediante la idea de elevación); cielo; por extensión cielo (como la morada de Dios); por implicación felicidad, poder, eternidad; específicamente el evangelio (cristianismo):- celestial, cielo.

Debemos entender que existe en los Cielos un lugar específico que es la Morada de Dios. Cuando Jesús dijo: “Padre nuestro que estás en los Cielos” (Mt. 6:9pm[vii]) realmente es así: el Padre, en este caso, no es que está flotando por los Cielos, tiene lugar. Tal vez sea un palacio, tal vez sea la mismísima Santa Ciudad. Pero la Divinidad tiene un lugar dónde gobernar. Cómo será con exactitud no lo sabemos… nosotros no lo hemos visto [por ahora]. Pero DIOS reina desde un lugar.


Escena del trono

EL CONCILIO. Y aún más, tal vez a su alrededor, o tal vez en otro lugar dentro de esa Morada, es donde se sienta a deliberar el Concilio [tema para otro estudio]. Como ocurrió por ejemplo en la experiencia de Job: los hijos de Dios vinieron a reunirse y se fueron; luego vinieron otra vez y se fueron. Y entre ellos, las dos veces, el Usurpador del reino de Adán también venía arrogándose el derecho de participar.

Debe de haber un (enorme) lugar de Deliberación sobre los Asuntos de Gobierno del Universo y de todos los Mundos que lo componen, donde los Representantes se reúnen ante DIOS para informar, analizar y tomar decisiones. Imaginémonos para entenderlo como un Gobierno Representativo; aunque perfecto, no como las sombras que tenemos en este caído mundo. O tal vez, como la ONU (si fuera algo bueno) pero con el Supremo al mando.

Yahweh delega, no es autoritario, ni totalitario, ni dictatorial. Nuestro Dios se goza en compartir su autoridad con sus hijos. Eso no le resta autoridad, pues todos dependen del Creador. Y no solo no le resta autoridad, sino que demuestra amor, respeto, consideración por su Creación (billones y billones de seres en todo el universo). Incluidos nosotros. Adán debiera representarnos... pero perdió su lugar. Al vencer, Cristo recuperó la corona de este mundo y es Él Quien nos representa ahora en el Concilio de los Mundos, por llamarlo de alguna manera. Y es por todo esto que veremos que también se habla de muchos otros tronos en la Biblia, que no son o no pertenecen a lo que podemos llamar “el Gran Trono de Dios” pero que sí co-gobiernan con YWHW.

→ Falta ver ahora, si “el Gran Trono de Dios” consta de un solo trono...

Con esta ampliación de Pablo, este versículo es más claro ahora: “[…] el Cielo, porque es el Trono de Dios”. El Cielo, entendido entonces como el “Tercer Cielo” o el “Paraíso”, es “el Gran Trono” de la Divinidad. El Palacio de Gobierno de Nuestro Dios está en los Cielos.


“y el que jura por el Cielo, jura por el trono de Dios, y por Aquel que está sentado en él.” (Mt. 23:22)

Generalmente podemos encontrar la palabra “Dios” en alusión directa al Padre, por mera simplificación de identificaciones. Aquí Jesús dice “Dios” refiriéndose a su Padre; antes hizo alusión a Sí mismo como “Rabí”, como “Maestro” y como “Cristo” (v. 8 y 10).

Él habla del trono de su Padre, situándolo en el Cielo. Se debe entender de dos formas, una más general y otra más literal:

  • Primero, como en el versículo anterior, más general haciendo referencia a la Morada o a la Casa de Gobierno, al Gran Trono: “el Cielo […] el Trono de Dios”. Por eso habla del Cielo, donde está el Gran Trono Divino.

  • Segundo, más acotado, como el Trono literal del Padre, en este caso, como el Asiento Real del Todopoderoso; por eso dice: “por Aquel que está sentado en él”.

Hay otros pasajes en el cual esto es todavía más evidente como Ap. 5:6-7 que después veremos.


“Y Jesús les dijo: ‘De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel’.” (Mt. 19:28)

TRONO DE GLORIA. Introduciéndonos Cristo en el tema del Tiempo de la Restauración [del cual no vamos a profundizar] dice: “en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria”. De la palabra “regeneración” el Dicc. Strong [G3824] explica: “palingenesía […]; renacimiento (espiritual; el estado o el acto), i.e. (figurativamente) renovación espiritual; específicamente restauración mesiánica:- corazón, regeneración”. También podría traducirse como un “Nuevo Comienzo”, “Otro Génesis”, la “Restauración”; una época que todavía está en el futuro. Este “trono de su gloria” es el mismo que aparece en Apocalipsis 20:11; es el mismo contexto y la misma descripción (uno tiene mucha metáfora, el otro tiene menos). “Vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él, ante cuyo Rostro huyeron la tierra y el cielo, y no fue hallado lugar para ellos.” (Ap. 20:11 BTX) Y sigue una escena terrible; pero necesaria para terminar con dos cosas: por un lado, con el pecado y la maldad; por otro lado, con la acusación falsa del diablo de un Dios tirano. Este es el juicio de los impíos (se les muestra porqué son sentenciados a muerte). Luego son destruidos en el fuego ellos y especialmente la raíz, que es Satanás. Este mismo juicio lo describe el Señor en Mt. 25:31-46.

En el versículo de Mt. 19:28 Jesús explicita que Él tiene un Trono que le pertenece porque es “de su gloria”, es Suyo. Nos aclara que tiene un trono; de hecho, lo tuvo antes pues es un Ser Eterno. Cristo tiene un Trono que es Suyo. Esto es importante.

A su vez Jesús incluye el concepto de que “sus siervos serán reyes” diciendo: “vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos”. Indudablemente el número doce es simbólico; los millones de redimidos no pueden sentarse en solo doce tronos. El 12 representa la perfección de gobierno, un sistema perfecto de gobierno y también la elección, los escogidos. El 12, además de implicar que reinan junto con el Señor en un gobierno perfecto, indica que es su pueblo escogido, su iglesia (doce tribus, doce apóstoles).

Dice Juan: “y reinarán por los siglos de los siglos.” (Ap. 22:5up) Más aún, Jesús promete a sus fieles que no solo se sentarán en sus tronos como reyes, sino también que los redimidos serán jueces, pues se sientan para “juzgar” junto con Dios al impío (sea ángel, sea humano; ver 1Cor. 6:1-3); o más bien a revisar, auditar los juicios de Dios, para que no queden dudas de su Perfecta y Absoluta Justicia.

Además de los tronos y de semejantes honores (claramente inmerecidos), les ofrece también la vida eterna: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi Nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mt. 19:29) (Amén.)

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.” (Mt. 25:31-32)

Como dijimos recién: este es el mismo juicio que Jesús describe en Mt. 19:28-30 y Ap. 20:11-12, luego vuelve a empezar la secuencia [metodología del clímax y la repetición[3]] en el v. 13.

Dos conceptos en este versículo sobre nuestro tema: El primero, que Cristo repite que tiene un trono que es Suyo, especialmente lo llama el “trono de gloria”, en el versículo anterior “de su gloria” y en este, “su trono de gloria”. “Su trono”. No es cualquier trono, ni es el trono del Padre, es Su Trono.

El otro concepto que se deduce de estos textos es que los tronos de la Divinidad son tronos móviles; pueden moverse a dónde la Deidad desee. [Lo cual no es raro pues, siendo Seres Todopoderosos pueden hacer lo que quieran: incluyendo tronos que se muevan. En algunas visiones esto es más evidente.] ¿De dónde podemos razonar que es móvil? El texto dice: “Serán reunidas delante de Él todas las naciones”. Luego del milenio, Jesucristo –durante el Juicio Final, previo al lago de fuego (como se ve en el contexto, v.46)– se deja ver ante todos los millones de millones de seres humanos y demonios que están en la tierra. Su trono se eleva de tal manera que todos pueden verlo: esto se deduce porque si está dentro de la Ciudad que descendió de los Cielos, el trono tiene que elevarse por sobre las enormes paredes (sesenta y cinco metros) que luce dicha Ciudad y de la Ciudad[4] misma (dos mil doscientos kilómetros de alto) para que lo puedan divisar [aunque esto no quite otros métodos adicionales]. Jesús se deja ver en su trono, como el Verdadero Rey y Señor, y luego de mostrar los juicios hechos ejecuta la sentencia: los injustos son echados al fuego y los justos heredan el reino (y luego del fuego también heredan la tierra). ¡Y lo profetiza Cristo Jesús! ¡Él mismo es el que dice que aparecerá en su trono de gloria a la vista de todos!

Jesús en su trono de gloria

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” (Ap. 20:11-12)

Como ya dijimos, la misma escena, anteriormente contada por Cristo Jesús, pero ahora con más detalle, narrada por Juan en visión.



“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de Él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. […] Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía Uno como un Hijo de Hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” (Dan. 7:9-10, 13-14)

Aquí se está describiendo una escena maravillosa. Comienza un juicio en el Cielo. Lo descrito en 1Jn. 2:1-2pp y Heb. 12:23up-24pp (respectivamente) cobra detalles: “si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados”. El Juez que se sentó es “Dios el Juez de todos” y el Hijo de Hombre que se le acerca es “Jesús el Mediador del nuevo pacto”.


Es el inicio del Juicio que investiga las vidas de los que alguna vez han aceptado a Cristo –sea como promesa, como Mesías, antes de cumplirse su primera venida o sea como Jesucristo, ya encarnado, muerto y resucitado– tanto de los que se mantuvieron fieles como de los que no. Al terminar, Cristo vuelve en gloria.

Y ¿por qué cobra detalles? Porque Daniel describe el momento mismo en que comienza el Juicio: “un Hijo de Hombre, que vino hasta el Anciano de días”, y también su final: “y le fue dado dominio, gloria y reino” y además menciona los registros que se usan: “los libros fueron abiertos”!


Hablando de ese reino que Cristo recibirá al terminar el Juicio –que son los redimidos que han permanecido fieles a pesar de todo– dice Él: “Ustedes son los que han estado Conmigo durante todos mis tiempos difíciles. Mi Padre me dio un reino y Yo les doy también la autoridad para reinar Conmigo. Ustedes comerán y beberán a la mesa en ese reino, y se sentarán en tronos para juzgar a las doce familias de Israel.” (Lc. 22:28-30 PDT) Este reino será efectivo al terminar el juicio; y este reino, conformado por sus fieles, será un hecho, o estará completo, cuando sean rescatados todos los redimidos en su Segunda Venida: por eso el apuro de enjuiciar primero al pueblo de Dios.

El versículo de Lucas además nos conecta con los tronos de Apoc. 20 en los cuales, sentados en sus tronos, los justos enjuiciarán a los impíos durante un segundo Juicio y reinarán con plena autoridad delegada por Cristo.

24 ancianos ante el trono

En los textos de Daniel, además del trono de Dios, también hace referencia a otros tronos. Que, aunque no son directamente el tema en cuestión, están relacionados. Son los mismos mencionados en Apocalipsis 4 –ojo, no es la misma escena: aquí Jesús asciende a los Cielos luego de resucitar; pero los protagonistas de las escenas son todos los mismos– dice: “Y alrededor del Trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.” (Ap. 4:4) Obviamente no son 24. Este es un número simbólico: 12 x 12. Quienes son estos es otro tema, pero ya algo vimos [tema el Concilio de los Mundos].

Como un plus, también se desprende el concepto que vimos antes: el trono es móvil; tiene ruedas para moverse a dónde Dios desee. Si las ruedas son literales, no lo podemos saber, pero el concepto es claro: el trono de Dios se desplaza. Y la gloria del trono es digno de la Divinidad: “su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente”.

“Este [Jesús] será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su Reino no tendrá fin.” (Lc. 1:32-33)

El trono de David hace referencia a que el Mesías que nacía era rey; y esto, doblemente:

  1. venía de la línea genealógica o linaje del rey David, de la estirpe real, tanto José como María eran descendientes de David; y

  2. además el que nacía es realmente el Rey del Universo, el “Rey de Reyes y Señor de Señores”.

Es decir que el trono de gloria es, anti-tipológicamente hablando, el trono de David [dicho al revés, tipológicamente el trono de David es tipo o símbolo del trono de gloria, que es su antitipo o cumplimiento].

Notemos que, en perfecta armonía, aquí también dice que el Señor Dios, es decir, Dios el Padre, le entrega el trono al Hijo; pues como leímos antes: “Uno como un Hijo de Hombre […] vino hasta el Anciano de días [...] y le fue dado dominio, gloria y reino”. ¿Quién se lo da? El Reino se lo entrega el mismísimo Anciano de Días al terminar el Juicio.


“Pero siendo profeta [David], y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono” (Hch. 2:30)

Este versículo se complementa con el anterior. Con respecto a la humanidad del Cristo: vendría “de su descendencia” por eso dice: “en cuanto a la carne”; porque en cuanto a la divinidad, Jesús es Dios. Y aclara que es Dios el que le prometió que el Mesías vendría de su linaje para sentarse en su trono. Este trono es tipológico. Cristo, como Rey de Reyes y Señor de Señores tiene su verdadero Trono de Gloria en los Cielos. ¡¡Alabado sea su Nombre!!


“Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: ‘El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?’.” (Hch. 7:47-50)

Qué bella simbología de la magnificencia del Creador, nuestro Dios Todopoderoso. ¡Y de su inconmensurable grandeza y autoridad! El cielo es el trono y la tierra como banqueta donde apoya sus pies, impresionante… Palabras de Esteban antes de morir.


“Mas del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros’. Y: ‘Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos’.” (Heb. 1:8-10)

Otra vez, claramente, se ven dos Personas aquí. El Padre no habla de Sí mismo sino acerca de un Tercero, que es el Hijo. De manera inequívoca Dios el Padre declara que el Hijo también es Dios: “Tu trono, oh Dios”.

Y agrega: “te ungió Dios, el Dios tuyo”. Según estos pasajes, Dios ungió a Dios. ¿Cómo? Lo explica el Padre mismo; son personas diferentes. El Padre, Quien es Dios, unge al Hijo, Quien también es Dios, y reina “por el siglo del siglo” en un “reino” de “equidad” y “justicia”. ¿Acaso Dios se ungiría a Sí mismo? No; esto no es lo que Pablo escribió: son Individuos diferentes.

Por eso explica Pablo: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: ‘Adórenle todos los ángeles de Dios’. Ciertamente de los ángeles dice: ‘El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego’.” (Heb. 1:6-7) Es decir que el Padre [un Ser Divino] le pide a los ángeles [billones de seres creados] que adoren al Hijo [Otro Ser Divino] cuando nace en este mundo: ¡pues se daba inicio al Plan de Redención!


PRIMOGÉNITO. La palabra “primogénito”, del griego prototókos[5], no implica el primero en ser creado sino todo lo contrario, el Primero en existir antes de la creación, Él preexiste a todo; puede crear porque existe primero. Por eso aclara el Padre “en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos”. Y el Padre llama al Hijo “Señor” porque es Señor y Dios de la humanidad además del Redentor y el Rey. Y también lo identifica como Dios como ya vimos, pues dice: “Mas del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios’”. [Después podremos ver más de Hebreos 1.]


ADORACIÓN. Hay algo más en estos textos: el Padre pide a los ángeles que adoren a Cristo. Pero solo Dios puede ser adorado según la Biblia. Y aquí el Padre pide que adoren al Hijo: Uno pide adoración por un Tercero. Las Escrituras dicen:


“Entonces Jesús le dijo: ‘Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás”’.” (Mt. 4:10)

A Jehová tu Dios temerás, y a Él solo servirás, y por su Nombre jurarás.” (Deut. 6:13)

A Jehová tu Dios temerás, a Él solo servirás, a Él seguirás, y por su Nombre jurarás.” (Deut. 10:20)

Primero, aclaremos brevemente qué es adorar. Hoy “adorar” se ha reducido a una mera alabanza de oración o canción. Pero eso no es adorar. El Comentario DHH[viii] explica: “j 6.13 Adoren: lit. teman. El temor del Señor, en sentido bíblico, no es miedo, sino una actitud de profundo respeto, que incluye la adoración, el amor, el servicio del Señor y la obediencia a sus Mandamientos.” Los que aman a Dios no le tienen miedo; solo le temen o debieran de temer aquellos que no lo aman y se rebelan contra Él. Adorar no es meramente inclinarse, es mucho más que eso. La magnitud de la palabra adoración no la llegamos a comprender.


Segundo, otra vez, en Apoc. 14 el llamado a la humanidad es “Adorad a Aquel que hizo [todo]”. El que hizo todo, materialmente hablando, es Cristo Jesús; todo fue creado por medio de Jesús. Si Cristo no fuera Dios, esto sería un pecado terrible. De hecho, aquí en la tierra Jesús fue adorado, adoración que Él no rechazó (a diferencia de los ángeles y los apóstoles que sí la rechazaban terminantemente). Y Tomás no solo lo adoró sino que también lo llamó “Dios”.


Que Dios el Padre, llame “Dios” al Hijo y pida adoración para Él, que es otro Individuo, reafirma el concepto de un Dios Plural. Confirma dos cosas: que Cristo también es Dios y que son Individuos, pues Uno habla sobre Otro. El Padre hablaba en el Cielo con sus ángeles pidiéndoles que adoren a Cristo, mientras que el Hijo estaba naciendo en la Tierra. Dos Individuos en dos lugares diferentes.

Uno

SOLO UN INDIVIDUO TRAE PROBLEMAS. Como decíamos, en Heb. 1:6 se deja ver que hay tres partes en este diálogo: Dios el Padre, uno, le pide a los ángeles, dos, que adoren al Hijo, tres.

Y la pregunta es: si el Padre y el Hijo son la misma Persona ¿qué sentido tiene pedir que adoren a Jesús? Absolutamente ningún sentido. Si no fueran Personas diferentes, esta escena es ridícula: Dios estaría cambiando de lugar haciéndose pasar por dos entes diferentes o Él hablaría en tercera persona señalándose a Sí mismo pidiendo ser adorado. Lo cual tampoco tiene sentido porque para los ángeles es algo obvio adorar a Dios, porque justamente es Dios. Ninguna de las dos opciones tienen sentido. El Hijo es un Ser diferente al Padre, por eso cuando el Espíritu encarna a Cristo como un ser humano (un misterio), el Padre ordena adorar al Hijo encarnado por la gran obra de salvación que comienza.


Otro conflicto si fueran una sola Persona: cuando Cristo se encarnó y vivió en la tierra, entonces el Cielo quedó sin la presencia de Dios. Entonces en el bautismo de Jesús: ¿quién habló desde los Cielos declarando que Él era su Hijo? ¿Fue todo una gran mentira? ¿Fue una puesta en escena? Otra opción es que Dios se quedó en el Cielo y Jesús era un “holograma” en la tierra, por decirlo de alguna manera; lo cual tampoco tiene sentido: Cristo no fue una ilusión; comía, bebía, podía ser tocado, dormía, trabajaba, caminaba, sangraba… era un ser humano en todo sentido. Como tercera opción algunos sostienen como que estuvo en los dos lugares al mismo tiempo: cielo y tierra, ¿acaso el Señor tuvo un desdoblamiento físico o una disociación de personalidad? ¿Con mentes diferentes y pensamientos autónomos? ¿Qué era? ¿Un clon? Y cuando Jesús resucita con un cuerpo glorificado, ¿qué hizo? ¿El Padre lo absorbió? ¿Se fusionaron? ¿Y por qué al resucitar dijo que no lo toquen porque no había subido a ver al Padre todavía? Si fueran uno esto no tendría sentido. Y además ¿para qué? ¿para volverse a desdoblar para estar unos días en la tierra y luego volver a fusionarse físicamente para quedar así? Ilógico. Y mentiroso, porque nos estarían haciendo creer que son dos cuando no lo son. Y eso es engañar.

Más problemas. Si no fueran Seres distintos ¿a quién le habló Jesús cuando enseñó el Padrenuestro? Quiere decir que cuando dijo: “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mt. 6:9) nos engañó, porque en ese momento el Padre no estaba en el cielo porque en realidad era Él; así que no solamente era una pantomima su oración, pues estaba hablando consigo mismo, sino que además, mintió en que en ese momento había un Ser, con la función de Padre y también mintió en que ese Ser en el rol de Padre estaba en el cielo, pues si también es el Hijo, entonces en el cielo no estaba. Dios estaba en la tierra. O estaba pero era Él. [¡Qué ganas de complicar!] O sea todo esto fue una mentira. ¡No el Padre no estaba realmente en el cielo!

Aún más problemas: cuando Jesús oró al Padre significa que todo fue también una mentira porque no habló con nadie: “Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a Ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste’.” (Jn. 17:1-2) Si son la misma Persona, esto es un vil engaño: Jesús habló Consigo mismo, no hablaba con nadie, miró al cielo engañosamente porque allí no estaba Dios, y miente porque no sería glorificado por Dios sino que Él se glorificaría a Sí mismo y, Él no glorificaría al Padre sino que se glorificaría a Él mismo lo cual es redundante; además dice que el Padre le dio potestad lo cual no sería cierto porque Él mismo se tendría que haber dado autoridad sobre la humanidad, que además no tiene sentido darse autoridad a uno mismo; y así podríamos seguir con toda la oración que es larga. Es decir que cada una de sus palabras fueron mentiras y que lo que hizo fue un mero acting, una actuación.

Con todo esto, los problemas son dos:

a) El Plan de Redención falló: si Jesús mintió, se volvió injusto y su sacrificio ya no tiene validez, pues el cordero debía ser perfecto y sin mancha; por lo cual, estamos perdidos.

Ya vimos que Juan asegura que Jesús fue y es Justo: “a Jesucristo el Justo” (1Jn. 2:1) Y hablando de Jesús Pablo también afirma: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (Heb. 4:15) Por lo tanto, Él no pudo estar mintiendo porque sino sería injusto. Y Cristo mismo declaró: “Yo he vencido” (Ap. 3:21pm). Por lo tanto, si Jesús venció, el Plan de Redención sigue vigente y no está invalidado: Jesús no nos engañó y decía la verdad cuando hablaba con el Padre y acerca de Él.

b) Incongruencia porque Dios no miente: “para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo” (Heb. 6:18pp) “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos” (Tit. 1:2)

La Biblia confirma que a la Deidad le es imposible mentir; va en contra de su naturaleza. La Unidad llamada Dios es Verdad en esencia. Por eso cada persona es identificada como la Verdad. “El que se bendijere en la tierra, en el Dios de Verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de Verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.” (Isa. 65:16) Dios es el Dios de la Verdad. “Jesús le dijo: ‘Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida’.” (Jn. 14:6pp) Cristo mismo dice ser la Verdad y lo es. “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre […]. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la Verdad.” (1Jn. 5:6) Este versículo, además de mencionar a Dos de las Tres Personas de la Deidad como Seres distintos –el Hijo y el Espíritu–, afirma que Dios Espíritu también es la Verdad.

Así que Dios no puede estar conformado por una sola Persona porque sino muchos pasajes bíblicos se transformarían en meras mentiras; y la Divinidad no miente. Sí puede usar metáforas, utilizar símbolos, valerse de parábolas, aprovechar historias tipológicas y hacer analogías, pero mentir o engañar no puede.

Por consiguiente: La Ley, reflejo del carácter divino, es Verdad; y las Escrituras, revelación escrita del amor de Dios, del plan de redención y del gran conflicto, también son Verdad. “Tu Justicia es justicia eterna, y tu Ley la Verdad.” (Sal. 119:142) “Santifícalos en tu Verdad; tu Palabra es Verdad.” (Jn. 17:17) Así que debemos guiarnos por el “Escrito está”, por el “Así dice Jehovah” porque en las Escrituras está la Verdad.


Recuperemos entonces el concepto expresado en dos frases anteriores que nos resume la existencia de los Individuos en tiempo y espacio: “el Padre hablaba en el Cielo con sus ángeles pidiéndoles que adoren a Cristo, mientras que el Hijo estaba naciendo en la Tierra. Dos Individuos en dos lugares diferentes”. Pero en el mismo tiempo. Dos Seres haciendo cosas distintas en el mismo momento y en diferente lugar.


“Por tanto, teniendo un Gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Heb. 4:14-16)

TRONO DE LA GRACIA. Como ya hemos visto, tenemos acceso al Padre por medio del Hijo que es nuestro Gran Sumo Sacerdote; podemos ir al Padre en el Nombre de Jesús. Con plena confianza de estar cubiertos por los méritos de Cristo podemos acercarnos a su trono por fe.

Lugar Santísimo

En el Santuario Terrenal, el trono del Padre en el Lugar Santísimo estaba representado por la Presencia Divina de Gloria (la Shekinah) sobre el propiciatorio del Arca del pacto que entre otras cosas guardaba una copia en piedra de la Ley. El Arca del pacto representa el trono de Dios Padre en el Lugar Santísimo y el Sumo Sacerdote, a Cristo intercediendo por su iglesia. Ahora, en tiempos de Juicio, podemos acercarnos al Trono de Dios el Padre confiadamente porque tenemos un Gran Sumo Sacerdote que es Cristo: en Jesús somos perdonados.

EL TRONO Y LA PRESENCIA DE DIOS: Del tipo[6] (Aarón) dice: “Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová; y llevará siempre Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová.” (Éx. 28:30) Como vemos, Aarón se presenta ante Jehováh. La obra de Aarón en el Lugar Santísimo representa la obra de Jesús en los Cielos. En este contexto, Jehovah es el Padre. Y Jehovah Hijo sería el Sumo Sacerdote que se presenta delante de Jehováh Padre para abogar por el pueblo de Dios. [Más adelante comprobaremos fácilmente que comparten el Nombre.]

El Propiciatorio sobre el Arca es una pequeña representación del Trono de la Gracia: “Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del Arca, y en el Arca pondrás el Testimonio que Yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el Arca del Testimonio, todo lo que Yo te mandare para los hijos de Israel.” (Éx. 25:19-22) Realmente el Trono de Dios está rodeado de excelsos querubines.

Con fuego extraño dos sacerdotes se presentaron en el Templo y fueron consumidos por el fuego de la gloria que permanecía en él en representación de la Presencia Divina: “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que Él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.” (Lev. 10:1-2) La gloria de Dios los incineró: de la Shekinah salió fuego para consumir a los inicuos. Pues Dios estaba ahí.

El sumo sacerdote humano, por ejemplo Aarón –tipo de Cristo, el único y verdadero Sumo Sacerdote– intercedía entre Dios y el pueblo delante de la Presencia de Dios, presentándose con la sangre del sacrificio. Así, el antitipo, Jesucristo, se presenta ante el Padre en nuestro favor por medio de la sangre que Él mismo vertió. Por eso es que podemos acercarnos al Trono de la Gracia en Cristo Jesús, nuestro Señor. Sin su sacrificio, sería imposible, pues somos transgresores y merecemos morir.


INTERCESIÓN. Tenemos que entender que si Jesús intercede es porque hay como mínimo tres partes que intervienen en el juicio: el pecador, el Juez y el Abogado.

Se intercede en un asunto, negocio, juicio o problema: supongamos que “A” debe interceder entre otros dos: “B” y “C” por ejemplo; por definición, es imposible que pueda interceder entre “B” y “A”, o sea él mismo. Eso no es interceder: viola el significado del vocablo. La intermediación siempre es por parte de un tercero. El mediador media entre las partes sin ser parte. Por eso puede mediar. Veamos los significados de las tres PALABRAS:


Interceder: “Hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal.” (DLE[ix]).

Mediar: “2. intr. Interceder o rogar por alguien. 3. intr. Actuar entre dos o más partes para ponerlas de acuerdo en un pleito o negocio. 5. intr. Existir o estar entre dos personas o cosas.” (DLE).

Abogar: “1. intr. Defender en juicio, por escrito o de palabra. 2. intr. Interceder, hablar en favor de alguien o de algo.” (DLE).


El concepto en sí mismo de cada una de estas palabras exige que el que medie, interceda o abogue sea un tercero. Cristo no puede intermediar entre Él mismo y nosotros porque eso no es intermediar ni mediar ni abogar ni interceder. Jesucristo está intermediando entre un Tercero y Nosotros. En el original, por ejemplo, la palabra griega para “Mediador” en Heb. 12:24 es “mesítes” [G3316]: “intermediario, i.e.[7] (simplemente) un mediador, o (por implicación) reconciliador (intercesor):- mediador.”

Como vemos, solo se puede intermediar entre otros dos individuos o grupos. Cristo y su sangre (grupo mediador) intermedian entre el Padre y la Ley infringida (grupo 1) y nosotros y nuestra iniquidad (grupo 2). Como en cualquier JUICIO, el defensor (Cristo Jesús) aboga por el acusado (cada pecador, culpables todos) ante un juez (Dios Padre).


“Que no tenemos Sumo Pontífice que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas” (Heb. 4:15pp Jünemann)


JESÚS, SUMO PONTÍFICE Y ESCALERA. La versión Jünemann lo traduce como “Sumo Pontífice”. “Pontífice”, que viene de puente + artífice significa “constructor de puentes”. Jesús realmente es el verdadero y único Constructor de Puentes. Siendo Dios Creador, volviéndose humano, permaneciendo en Justicia y muriendo por nosotros, Él pudo “construir un puente de reconciliación” entre Dios y la Humanidad desterrada de su Presencia. Solo Cristo con su sangre podía hacer un puente que, intercediendo por nosotros, nos una otra vez con la Deidad.

Por eso también se simboliza a Cristo como la Escalera que se apoya en la Tierra porque es humano y se apoya en el Cielo porque es Divino, y por su sacrificio redentor nos conecta otra vez con la Divinidad. Habíamos sido destituidos de la gloria, pero ahora Cristo intercede por nosotros y “se convierte” en una Escalera que nos une con el Cielo.

Como Escalera y Constructor de Puentes, Jesús entonces puede mediar entre nosotros, los pecadores, y el Juez, el Padre, para poder acceder al perdón y, posteriormente, a la restauración y glorificación como hijos creados y también comprados por Dios. ¡Podremos volver a la Presencia Divina! ¡Podremos ser restituidos a la Gloria de Dios!


Intercesión

Así que, la misma intercesión de Cristo también es prueba de la Pluralidad Divina: JESUCRISTO intercede entre OTRO y NOSOTROS.


EL PROPICIATORIO. Por otra parte, pero relacionado: el Propiciatorio, donde caía la sangre rociada, cubría las Tablas de la Ley –la que fue quebrantada, la cual exige la muerte del pecador–; la sangre caía “sobre” la Ley mostrando que Uno había pagado el precio. Así, ante el Propiciatorio de la verdadera Arca del Pacto que está en el Cielo, Jesús se presenta como Sacrificio y Sacerdote para hacer propiciación o expiación por sus hijos ante el Padre que –frente a la sangre redentora del Cordero que pagó el precio [debido a la justicia y santidad; “sin pecado” (Heb 4:15)]– está dispuesto a perdonar en su amor y misericordia; porque nos amó primero y por eso envió a su Hijo, para expiarnos.

Entonces y resumiendo, Jesús tiene un trono de gloria. Y aquí se habla del trono de la gracia del Padre; porque la gracia también viene del Padre [“Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo” (Gál. 1:3)].

Un trono al cual podemos acercarnos, según dicen también Juan 14:6; Heb. 12:23up-24pp; Ef. 5:2 y 1Jn. 4:9-10 entre otros; como por ejemplo: “si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados” (1Jn. 2:1-2pp). Trono donde, por el contexto, se encuentra sentado el Padre oficiando como Juez, un Juez que muestra gracia y paz ante el pecador arrepentido.


“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: ‘Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos’.” (Ap. 5:13)

Los capítulos 4 y 5 describen una sola escena en dos etapas. En la primera parte de la visión, Juan ve en el Cielo solamente al Padre, al Consolador, a los querubines y a los ancianos, pero faltan Cristo y los ángeles, por eso hay un solo trono. Jesús, estaba por llegar, luego de una corta ausencia de 33 años. Es lógico que el Padre estuviera esperándolo, sentado en su trono, mientras su Hijo estaba volviendo del Planeta Tierra. En el cap. 5, la segunda parte, llega el Hijo, victorioso, junto con los ángeles y las primicias de los que durmieron. Y el Consolador, ante el sacrificio aceptado, comienza su obra en la Tierra para con el pueblo de Dios, por eso ya no está en la escena.

DOS PERSONAS. El apóstol vio cuando el Padre [Uno] le dio el libro sellado a Jesús [Otro] (así como cuando Daniel vio cuando Cristo [Uno] se acercó al Padre [Otro] para comenzar el Juicio). Juan escribió: “Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.” (Ap. 5:7) Hasta dice: “de la mano derecha”. ¡Cuánta exactitud al contar! Y obviamente, Jesús seguía de pie, pues acababa de llegar y estaba recibiendo la aprobación del Padre frente a su sacrificio: su ofrenda era suficiente para salvar; y se había vuelto digno de abrir el libro. ¡Alabado sea Cristo!

Nótese que el rollo que el Padre tenía en su mano tampoco podía abrirlo Él. Ni siquiera el Padre era “digno”: solo el Cordero que había sido inmolado[8]. Solamente Aquel que había dado su vida y obtenido la victoria podía abrirlo; solo Él podía desatar sus siete sellos. ¡Y Jesús aparece recién en el v. 6 como el Redentor Victorioso!

Escena del trono

IDENTIFICACIONES. Así como Cristo es identificado como el Cordero, el Padre es identificado como “el que estaba sentado”. Escribir “el que estaba sentado en el trono” es una forma de señalarlo sin mencionar ni su función, ni su Nombre o ni su título; y aunque no se la menciona, se hace alusión a su función de Juez sentado en el Trono a la espera de recibir la presentación del sacrificio sustitutorio que se usaría durante la obra de intercesión y posteriormente durante la obra de juicio. Por cierto a Jesús, recién muerto y resucitado, y recién llegado al Cielo, tampoco se lo menciona por nombre o título, sino que se lo identifica mediante su función o parte de su función. “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra” (Ap. 5:6pm);. Claramente Jesús no es un cordero literal; es una forma de identificarlo simbólicamente como el Sustituto sacrificado en nuestro lugar.

ÁREA DEL TRONO REAL. Es importante que aquí la palabra “Trono” también se está usando de las dos maneras que hablábamos en un principio: una general y una literal:

  • En el v. 7 está utilizado en un sentido literal, como asiento, porque dice que Uno (seguramente visto como Daniel lo vio, un Anciano de Días) estaba sentado en el trono. Dice: “[el Cordero] tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.” Literal. Había Alguien sentado en él; se refiere a un asiento real.

  • En el v. anterior está en un sentido general, más amplio. Llama “Trono” al área donde se encuentran los tronos de la Deidad, al sector donde se sienta la Realeza Divina [como en Mt. 5:34 y Mt. 23:22]. [Costumbre que también usan los reyes humanos.] Dice: “vi que en medio del trono […] estaba en pie un Cordero como inmolado”. Se refiere a un sector. Jesucristo estaba en pie en medio del Área de los Tronos Reales, que de seguro debe de ser un lugar inmenso. Y es en este Sector donde están los tronos literales.

→ Otra cosa importante es que estos versículos no niegan la existencia de otros tronos en el Área del Trono Real. Dice que había Uno sentado en el trono pero no dice que no hubiera otros tronos más. Este, es un detalle digno de ser señalado. Y el sentido común también nos daría más luz: pues convengamos además que sino, Cristo se quedaría parado por el resto de los siglos de la eternidad. Acaso el Cordero, luego de tomar el libro, ¿no desearía sentarse en algún momento? Obviamente el Padre no es el Único que se sienta; y, de hecho, recordemos que Cristo tiene su propio trono. Hablando del Área Real del Trono dice Juan: “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán” (Ap. 22:3) El trono de las Majestades Celestiales, se situarán en la Santa Ciudad.

“Al que venciere, le daré que se siente Conmigo en mi trono, así como Yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” (Ap. 3:21)

Este texto es metafórico por dos motivos; primero por lo irracional que suena si fuera literal y segundo porque a la luz de otros textos, se nota que quiere decir otra cosa.

Primero veamos lo que significaría si fuera literal: si Jesús se sienta con el Padre en su trono significa que se sentó encima de Él o que el Padre se quedó de pie. La frase “me he sentado con mi Padre en su trono” realmente pareciera decir que en el mismo trono se sentaron los Dos. Por otra parte, si fuese literal también significaría que los millones de redimidos se sentarán simultáneamente en el trono de Jesús, todos en un solo trono y todos encima de Jesús porque dice: “le daré que se siente Conmigo en mi trono”; indudablemente uno gigantesco. No, sin dudas, no es literal.

EN METÁFORA. Si tomamos toda la luz que nos arroja el acervo bíblico, lo que Cristo quiere decir aquí es que los redimidos serán reconocidos como vencedores, que serán reyes, que reinarán con Dios, que recibirán coronas, que tendrán tronos, que obtendrán la vida eterna, que serán glorificados, etc.

Y si nos fijamos bien, se están mencionando DOS TRONOS: el trono de Jesús y el trono del Padre. Decir que se sentó en el trono de su Padre implica el reconocimiento por la victoria de Cristo. Esta analogía cobrará más sentido después, de forma explícita.

Luego de ver que realmente es como una metáfora, veamos este otro versículo:

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” (Ap. 20:4)

Este texto se conecta con el anterior. Como ya hemos visto antes, Cristo comparte el reino con sus redimidos. ¡Cuánto amor! Y durante el milenio, juzgarán a los impíos y a los demonios. Es decir, que los que han vencido no se sientan literalmente en el trono de Cristo, sino que ellos reciben sus propios tronos (y coronas). Esto implica que Jesucristo también se sentó en su propio trono. Pero sigamos leyendo la evidencia bíblica:

“Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el Cielo, y se sentó a la diestra de Dios.” (Mar. 16:19)

“el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y Quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Heb. 1:3)

Acá se explica un poco más la metáfora anterior. Porque en estos versículos no solo dice “me he sentado con mi Padre en su trono”. Sino que explica que “se sentó a la diestra de Dios”. De hecho se presenta un asunto interesante: luego de resucitar y ascender a los Cielos Jesús se sienta junto al Padre. ¿Pero dónde? Si nos quedamos con estos versículos solamente, entonces Alguno de Ellos se queda parado, o (sin querer faltar el respeto) se sienta en el piso. ¡Sin sentido!

Hemos probado que se trata de Seres diferentes… –y todavía podemos citar muchos textos más que así lo demuestran tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento que luego veremos–; así que tenemos un problema: o el Padre se quedó de pie, o se sentó en otro lado, porque sino Jesús no podría estar “a su diestra”.

MÁS EVIDENCIA. ¡Esto también corrobora que son Individuos distintos! Pues tenemos la aseveración de que Jesús se sienta al lado de su Padre. Si está a la diestra del Padre es imposible que sean la misma Persona. Yo no puedo estar a la derecha mía, tampoco delante de mí, o atrás de mí, o a mi izquierda. ¡Dios no es un ser que se desdobla o que se subdivide! Ni tampoco es una sola Persona que, a los efectos de explicarse, inventa que son distintos Seres conforme a su función, cuando en realidad son la misma Persona; esto sería engañar. El versículo es claro: Dios Padre es una Persona y a su derecha está su Hijo, Otra Persona.

Así, pues, si Cristo, al ascender victorioso, “se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”, ¿en dónde se sentó? ¿En el trono del Padre o en su propio trono? Los siguientes pasajes, lo terminan de aclarar:

“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.” (Heb. 8:1-2)

“corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Heb. 12:1up-2)

DOS TRONOS. Completando los versículos anteriores donde se explica que Jesús asciende a los Cielos y se sienta junto al Padre sin dar detalles, ahora explicita que no solo se sienta a su diestra sino que se sienta a la diestra del trono del Padre. Pablo lo especifica dos veces: “a la diestra del trono” en el cap. 8 y en el 12. Como leímos antes: “que se siente Conmigo en mi trono, así como Yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”; el trono también se refiere al lugar, al Área donde está y no precisamente el asiento. Cristo comparte el Área del Trono con el Padre y cada Uno con su Asiento Real (por asociación, el Espíritu también debe de tener el Suyo, pues también es un Ser Divino). Jesús no dijo que se sentó en el mismo asiento pues Él también tiene un trono: dice “mi trono”. Lo que estaba diciendo es que nosotros tendríamos tronos junto a su trono (área y asiento), así como Él se sentó en su trono junto al trono de su Padre (área y asiento). Lo que queda bien evidenciado en estos dos versículos de Hebreos 8 y 12. El trono del Hijo está a la derecha del trono del Padre.

Dos Tronos como mínimo

Es lógico además pensar que siendo Quienes reinan el Universo tengan tronos para cada Integrante de la Deidad. Si lo hacen los reyes terrenales, ¡cuánto más la Divinidad que se lo merece de verdad! Como mínimo, dos: Hijo y Padre. Pero no es loco deducir que el Consolador también cuenta con su trono; aunque hasta ahora no encontré información bíblica que sea explícita al respecto. Eso sí: el Espíritu Eterno estaba en el Área del Trono (en Ap. 4 y 5), así que de seguro, tiene su Asiento Real, pues también es Jehovah... Los Tres, veremos más adelante, son Personas Divinas. Solo hay Tres Seres Divinos en el Universo y, por lo tanto, son la Realeza que lo gobierna, cada Uno con su Trono Real. Dice: “Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.” (Ap. 4:5) Mediante símbolos aquí se muestra que el Consolador estaba delante del trono.

El Consolador no es una lámpara, mucho menos siete lámparas ni siete espíritus. Todo esto describe características de su Persona. Tampoco es aceite ni viento ni fuego: son símbolos para explicar sus funciones y cualidades. Lo mismo pasa por ejemplo cuando se describe a los querubines cubridores: “El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos” (Ap. 4:7-8pp) Sabemos que son querubines porque tienen seis alas, pero claramente no están llenos de ojos, ni tienen caras de animales… todos estos son símbolos que describe algo de ellos. Y lo mismo pasa cuando se presenta al Hijo: “Y uno de los ancianos me dijo: ‘No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos’. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.” (Ap. 5:5-6) Obvio es que Cristo no es un león, ni una raíz, ni un cordero ni está inmolado (lo estuvo pero ya no) ni tiene siete cuernos ni tiene siete ojos. De hecho, lo de los ojos lo conecta con la obra del Espíritu, pues Éste es enviado por Cristo a la Tierra. Y Ap. 1:16up dice de Jesús que: “de su boca salía una espada aguda de dos filos” lo cual también es un símbolo. Incluso, tenemos otro ejemplo con el Juez, cuando Daniel presenta a Uno como un “Anciano de Días” también simboliza una característica del Padre, pues es un Ser Eterno: por lo tanto no envejece. No es literalmente un anciano.

Lo interesante para este tema es dónde se dice que estaba el Espíritu: estaba “delante del trono”. Él estaba en el Área del Gran Trono. Esto también lo dice al principio: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel” (Ap. 1:4-5pp) Tres Personas.

“Siete Espíritus”: simbólicamente dicho, pues varias veces se lo llama también en singular como en: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:22) y “Oí una voz que desde el cielo me decía: ‘Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí’, dice el Espíritu, ‘descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen’.” (14:13). El Consolador estaba dando una bella promesa frente a la muerte que, justamente, debe darnos consuelo y paz.

Así que podríamos concluir que está en el Trono Real (área) pues, como Persona Divina, también reina y también tiene un trono; pues pertenece a la Unidad Plural llamada DIOS; y este DIOS, esta UNIDAD, tiene y comparte el mismo Nombre Jehováh (YHWH). Por lo tanto, lo justo y lógico es que las Tres Personas de la Divinidad tengan su propio trono dentro del Sector del Gran Trono Real.

Pero bueno… explícitamente hablando, como mínimo hay dos.

Volviendo a Heb. 8:1-2 y Heb. 12:1-2, entendamos para concluir: si Jesús se sentó a la diestra del trono ¿dónde se sentó? En su propio trono. No se sentó en el piso, indudablemente; es un Ser divino. Tampoco se sentó en el trono del Padre porque dice que se sentó a la derecha del trono. Pero aclara que “se sentó”; conclusión: se sentó en su propio trono como dicen Ap. 3:21, Mt. 19:28 y Mt. 25:31-32 junto al trono de su Padre como dicen Heb. 8:1-2 y 12:1-2. Todo cuadra, todo encaja perfectamente. ¡Alabado sea Jehovah!


Veamos dos versículos más que contengan dsrónos [Strong G2362]:

“Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: ‘Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?’” (Ap. 6:14-17)

Este versículo hace referencia a Cristo viniendo en gloria en su Segunda Venida como Rey Vencedor acompañado de sus miríadas de ángeles. Jehovah con sus Ejércitos viene a rescatar a su pueblo.


Duda personal: es para seguir profundizando porque la estructura del versículo me hace dudar un poco, dado que en el Apocalipsis generalmente el Padre es identificado como ‘El que está sentado en el trono’ y Jesús como ‘el Cordero’. Ej.: Ap. 5:13. Habrá que investigar más si Cristo viene solo (como siempre se sostuvo) o viene acompañado del Padre… Este versículo también me confunde ahora: “Jesús le dijo: ‘Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo’.” (Mt. 26:64) ¿Habla de dos momentos diferentes o del mismo momento, cuando regresa? Siempre se lo entendió como momentos diferentes… En fin… habrá que investigar más…

Por ahora me atengo a la primera opción: Jesucristo viniendo solo, a causa del resto de evidencia bíblica que conozco; pues además, como dice: “la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado” podríamos entender que realmente se está refiriendo solamente a Jesús. Y que el que está sentado sobre el trono también es Él. Que se está haciendo énfasis en el Cordero sentado y en su ira. Será tal vez una forma poética de decir que Jesucristo viene sentado sobre su trono de gloria y que además viene enojado por el pecado reinante y la rebelión y, especialmente, porque se está haciendo sufrir a sus hijos y los viene a rescatar. (De hecho siempre lo entendí así.) Tal vez sea la forma de identificar quien es el que viene sentado, y aclara que es el Cordero. Otras dos versiones [BLS y TLA] traducen algo así: “Y todos ellos les decían a las montañas y a las rocas: ‘¡Caigan sobre nosotros, para que no nos vea el que está sentado en el trono! ¡Que no nos castigue el Cordero!’” Así sería la misma Persona. Habrá que escudriñar más en el original…

De todas maneras, venga solo o con el Padre, a los efectos es lo mismo: para los impíos será terrible y para los salvos será maravilloso. Continuemos…

“Sobre el trono”. Notemos que dice que viene sentado en su trono. De lo cual también se deduce que el trono es móvil. [Recordemos las ruedas que describe Ezequiel.] Cristo Jesús viene en su trono: sin faltar el respeto podríamos llamarlo el “trono-móvil”. ¡Es que realmente se mueve! ¿Cómo? No lo sabemos, pero se moviliza a voluntad de Jehovah de los Ejércitos, en este caso, desde el Tercer Cielo hasta la Tierra.


Veamos dos textos que no contienen la palabra griega dsrónos sino la palabra hebrea kissé [Strong H3678 silla, sitio, trono]:


“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de Él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: ‘Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria’.” (Isa. 6:1-3)

Esta visión es impresionante ¿quién la soportaría? Isaías pensó que iba a morir por causa de su iniquidad al ver a Dios. Describe un Dios santo, magnífico, maravilloso, glorioso en “un trono alto y sublime”.

Pareciera que el Trono y el Templo son la misma cosa, o que dentro del Templo está el Área del Trono Real o algo así, porque varias veces se los ve relacionados. Lo cual tendría muchísimo sentido pues, si está Dios presente, automáticamente es un lugar de adoración.

En esta visión no se descarta la existencia de otros tronos. Hemos probado que hay tres, uno por cada Individuo Celestial que conforman a Elohim. Tronos sublimes para un Dios Sublime…

“Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas [de los querubines] se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.” (Ez. 1:26-28)

Esta visión está mostrando la gloria y la magnificencia divinas. Pero nunca descarta tampoco la presencia o existencia de otros tronos. De hecho ya las Escrituras probaron que como mínimo hay dos. De seguro, son tres porque Tres son los que reinan en el Universo. Y lo más seguro es que los tronos de la Divinidad sean iguales de magníficos… Tronos gloriosos para un Dios Glorioso…

UN TRONO AZUL BRILLANTE. ¡Un trono como de zafiro! Es lógico que la Divinidad Todopoderosa tenga “lujo”. Para nosotros es lujo, pero en el Tercer Cielo es normal. De hecho, la Ciudad es impresionante… calles de oro, paredes de piedras preciosas. Pero todo esto es lo común allá en los Cielos, en la Morada de Dios y en el Universo no caído. Por eso no es de extrañar que el Creador de Todo tenga un trono que parezca ser de zafiro.


Veamos un último versículo que usa la palabra mosháb [Strong H4186] que significa más “morada de Dios” que “trono” aunque podría ser equivalente:

“Hijo de hombre, dí al príncipe de Tiro: «Así ha dicho Jehová el Señor: ‘Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: “Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares” (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios’»” (Ez. 28:2)

En contra posición, Satanás quiso usurpar el trono de la Deidad. El príncipe de Tiro es tipo o símbolo de Satanás. Se lo usa para explicar su rebelión. Bien al principio ya declara Dios que se llamó dios anhelando su trono. El rey de Tiro (el humano) se sentaba en su trono y se proclamaba dios. Como los faraones de Egipto o los reyes de Babilonia. Y por eso lo usa Dios para ejemplificar la osadía de Lucifer.

Los tronos de la Deidad solo pueden ser ocupados por Personas Divinas. Ningún ser creado tiene derecho a eso. Solo los Seres Divinos que, juntos conforman a DIOS, tienen derecho de gobernar el Universo sentados en sus TRONOS REALES. Nadie más. Eso sí, en su amor, Jesucristo puede invitar a quien haya vencido, como hemos visto, de sentarse en un trono y compartir el reinado con Él. ¡Qué privilegio!

Conclusiones R2:

  1. El Tercer Cielo: hay un lugar específico en el Universo, llamado el Tercer Cielo, desde donde Dios gobierna la Inmensidad. En este amplio lugar (pues siendo Dios una Unidad Todopoderosa es obvio que va a tener un lugar enorme donde reinar y no un cubículo de 2 x 2) se encuentran los TRONOS DE LA DEIDAD. En la Biblia a veces se habla del Trono de Dios de manera general refiriéndose a ese lugar; al área desde donde la Divinidad gobierna el Universo.

  2. El Trono en el Templo: se da a entender que dentro del Templo está el Área del Trono Real, porque se los ve íntimamente relacionados en varios lugares bíblicos. Como dijimos, esto tiene sentido pues el verdadero lugar de adoración es donde Dios reside. [De hecho, en el Santuario Terrenal, estaba representado el Trono Divino en los dos departamentos.]

  3. Omisión: desde el punto de vista literal (asiento real) la Biblia nunca especifica que hay un solo trono, un único trono, ni tampoco niega la existencia de otros; al contrario, da a entender que cada Uno tiene el Suyo.

  4. Como mínimo, dos tronos: uno del Padre y otro del Hijo. Aunque seguramente sean tres, pues el Espíritu Dios [“Rúakj Elohim”] también está en medio del trono, y como parte de la Unidad Dios, es lógico que posea su trono.

  5. Una Persona: el Consolador es un Ser Personal, un Individuo, un Ser Racional, y también forma parte de la Unidad Compuesta llamada Dios.

  6. Con ruedas: los tronos de la Deidad son móviles. Como el trono de gloria (o trono blanco) que viene a la tierra o se eleva para ser visto por los millones de millones de impíos y fieles; como el trono que se mueve hasta el Santísimo para recibir a Uno como Hijo de Hombre (que vio Daniel) o el trono con ruedas que vio Ezequiel.

  7. Sentados por derecho: solo la Divinidad tiene derecho a sentarse en los Tronos de la Deidad, solo las Personas que conforman a Dios pueden ocupar los Tronos de la Majestad en los Cielos.

  8. Derecho inmanente[9]: solo la Divinidad tiene derecho a sentarse en los tronos de gloria –por derecho propio, derecho inherente– y nadie puede usurpar el trono de Dios. Satanás, en completa rebeldía, quiso usurpar el trono de gloria y no pudo.

  9. Hay más tronos: los santos son invitados a sentarse en tronos, tronos que no son de la Deidad pero que son dados por la Deidad. Los que venzan también recibirán un asiento real para reinar con Cristo por la eternidad. Solo aquellos con derecho a sentarse en un trono –derecho por invitación, derecho adquirido, derecho derivado– pueden sentarse en un trono.

  10. Juicio durante el milenio: los redimidos, sentados en sus tronos, juzgarán junto con Cristo durante el milenio a los impíos y a los ángeles caídos según el registro de sus vidas.

LA INVESTIGACIÓN CONTINÚA…

DIOS TE BENDIGA…

En la segunda parte responderemos: «P3 - En Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: ‘Hagamos’”. ¿“Dijo Dios” o “dijeron: hagamos”?» y «P4 - De acuerdo a 1 Timoteo 3:16 que dice: “Dios se manifestó en carne”. ¿Dios Padre se hizo carne? ¿Dios Hijo se hizo carne? Si fuera la segunda, ¿el Hijo se entrega?».

Investigado y escrito por Analía E. Piquard

para Misioneros del Fuerte Clamor


________________

NOTAS AL FINAL:

[1] Buscar en el Diccionario P. de Dudas bajo “Sí”, el inciso “3. Sí es también la forma […]”.

[2] Buscar en el Diccionario P. de Dudas bajo “Pronombres Personales Tónicos”, el inciso “3. Formas reflexivas”.

[3] En el Apocalipsis Juan usa muchísimo la metodología del clímax y la repetición. Consiste en contar algo y, cuando llega al clímax, al momento cúlmine, vuelve a empezar contando otros aspectos, o desde otro punto de vista, o agregando detalles que antes no dio. En los capítulos 20 al 22 lo utiliza un montón. Detalle (cada grupo de referencias es una repetición): Ap. 20:1-3, 20:4-6, 20:7-10, 20:11-12, 20:13-21:1, 21:2-8, 21:10-22:5.

[4] La Santa Ciudad: “la ciudad mide doce mil estadios” que son dos mil doscientos kilómetros; es un cubo pues “la ciudad se halla establecida en cuadro” y “la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales”. Y el muro mide “ciento cuarenta y cuatro codos” que son sesenta y cinco metros.

La ciudad es gigantesca; tiene 4.000.000km2. Comparemos según la lista de los países según su superficie [estaría entre Australia e India, puesto 7]: 5) Brasil: 8.514.877 km2 (país más grande de América Latina y de América del Sur). 6) Australia: 7.741.220 km2 (país más grande de Oceanía y país insular más grande del mundo).​ 7) India: 3.287.263 km2 (país más grande de Asia del Sur.) 8) Argentina: 2.780.400 km2 (país más grande de Hispanoamérica).

La Sión Celestial es la aprox. la mitad de Brasil, casi el doble de Argentina, y un poco más grande que la India. [Ver Ap. 21:16-17]

[5] “G4416 πρωτοτόκος prototókos de G4413 el alternado de G5088; primogénito (por lo general como sustantivo, literalmente o figurativamente):- primogénito. G4413 πρῶτος prótos contracción superlativo de G4253; el primero (en tiempo, lugar, orden o importancia):- noble, primero, primeramente, principal, influyente, mejor.” Según toda la prueba bíblica, Jesús fue el Principio de la Creación, no en el sentido del primer ser creado, pues el Padre lo identifica como Dios, un ser eterno y todopoderoso, sino como Aquel que estuvo al principio de la nada para crear todo. El principal, el supremo.

[6] Tipo: símbolo. Antitipo: cumplimiento.

[7] “i.e.” significa “es decir”.

[8] No nos asustemos de que el Padre no sea “digno de abrir el rollo”; simplemente el Padre cumple otra función, así como el Consolador cumple otra función. El que abre el libro es Aquel que ha muerto y resucitado en gloria logrando la victoria sobre el pecado y la muerte.

[9] Inmanente: “(Del lat. immănens, -entis, part. act. de immanēre 'permanecer en'.) 1. adj. Fil. Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella.” RAE

[i] Todas las citas bíblicas se encuentran en la versión Reina Valera revisión 1960 (RV1960), salvo indicación contraria.

[ii] Diccionario Strong: “Palabras hebreas, arameas y griegas del Antiguo y Nuevo Testamento y su traducción en la Versión Reina Valera 1960 de James Strong”. Módulo (2002) para e-Sword.

[iii] Para descargar gratis el programa e-Sword y sus módulos de Biblias, Diccionarios, Comentarios, Mapas, etc. acceder desde: https://www.e-sword.net/

[iv] "up"= última parte del versículo.

[v] "pp"= primera parte del versículo.

[vi] DPD: Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) de la RAE, 2005. Disponible en: http://www.rae.es/recursos/diccionarios/dpd

[vii] “pm”=parte media del versículo.

[viii] Comentario DHH: Comentario para La Biblia de estudio Dios Habla Hoy - Notas al Pie e Introducciones a los Libros, 1994. Módulo para e-Sword.

[ix] DLE: Diccionario de la Lengua Española, Edición del Tricentenario, Actualización 2017. Disponible en: http://www.rae.es

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